viernes, 26 de noviembre de 2010

LA ISLA SINIESTRA, DE MARTIN SCORSESE

Año: 2010

Origen: Estados Unidos

Director: Martin Scorsese

Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Mark Ruffalo, Ben Kingsley

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Marty Scorsese filmó muchas de las mejores películas americanas de los últimos 30 años. Inventó un estilo propio con el mínimo presupuesto y lo continuó con grandeza. Usó la música, la sangre y los diálogos como ningún otro director los había usado antes. Por ende, cualquier cosa que haga, diga o filme Marty Scorsese tendrá mi respeto, porque nunca dejaré de admirar a este pequeño y gigante italoamericano. Aclarado previamente esto, paso a decir que La Isla Siniestra es una poronga.

Scorsese quiso hacer una película de suspenso de los años 50’. Habrá estado en su casa tomando un mojito, viendo Intriga Internacional y dijo “puta, si yo puedo hacer lo mismo”. Se dirigió a su sótano, donde tiene guardado a Di Caprio, y le dijo “vamos, Leo, mové las tetas”, y así es como se hace un puto film.

La Isla Siniesta la va de una isla en la que funciona un manicomio especial. Una mujer se escapa y Di Caprio (el detective) tiene que ir a averiguar qué pasó. El tema es que, a su vez, a Di Caprio lo atormentan constantemente los recuerdos de la guerra y de un confuso asesinato a su mujer. Se la pasa teniendo pesadillas. Es paranoico y violento y comienza a sospechar que en la isla hacen experimentos nazis sobre los pacientes. Durante su investigación, encuentra un papel que dejó la fugada, que dice “¿Quién es el paciente 67?”, habiendo 66 pacientes en total en toda la institución.

Si no te diste cuenta hasta ahora que Di Caprio es el paciente 67, entonces tal vez te haya gustado mucho esta película.

Nosotros, los intelectuales que no votamos a la izquierda y golpeamos a nuestras mujeres, creemos que éste no es el mismo Scorsese de Raging Bull. Aquel filmaba películas para él y sus amigos, porque sabía que nadie lo entendería; éste, en cambio, las filma para la Academia. A Marty le negaron tanto tiempo el Oscar, que terminó siendo una obsesión para él. Algo similar les pasa a las alumnas de escuelas privadas: les inculcan tanto miedo al sexo que al tiempo terminan filmándose en una orgía anal con todo el equipo de rugby y subiendo el video a Internet. Scorsese bajó sus estándares de calidad para y se ganó el corazón de América, también se ganó el Oscar. A mi, me aburre.

En fin, mi respeto ya se lo había ganado con Mean Streets. Supongo que con La Isla Siniestra ganará el respeto de esos adolescentes que consideran a Lost como uno de los mayores acontecimientos televisivos de los últimos 30 años. Fuck.

Esta peli es un CINCO.

martes, 5 de octubre de 2010

20 PELICULAS QUE TE VUELAN LA PELUCA, POR JPS

He visto demasiadas películas estos últimos días. De todo, desde clásicos del cine como Paper Moon hasta basuras infumables como Carancho (aka: La peor peli de la historia). Así que, mientras afilo mi inconfundible pluma en pos de otorgarles reseñas cargadas de genialidad y agudos comentarios, les dejo aquí un listado de grandes películas según el cineasta JPS (aka: La fría conciencia de nuestra generación).

Atte, ds (autor de este sensacional blog).

***

Por diversión, por amor al cine, contra el snobismo y contra el anti snobismo (que pretende hacernos creer que las películas de Seth Rogen son obras maestras), hice una lista de las 20 películas que me han volado eso que mi generación ha dado en llamar “la peluca”.



1. Still Life de Jia Zhang Ke (China - 2006)

Película contada por un obrero ìnfimo caminando por estructuras gigantes, transmite la hermosa sensación de sentirse un tornillo lleno de sentimientos en un engranaje superior que avanza hacia un lugar indefinido. zhang ke cuenta el cambio historico de China desde los ojos de un pequeño hombre viviendo en un pais gigante. Una obra maestra.

2. Five Easy Pieces de Bob Rafelson (USA - 1970)

Película existencialista, todo sucede en la cabeza de un Nicholson con polera negra al que le duele la circunstancia. Momentos de irrealidad aparecen en la trama sin mayores estridencias, sutilmente, y todo termina en un final conmovedor en una gasolinera de alguna ruta americana. El viaje perpetuo a lo Kerouac tiene menos que ver con una voluntad de cambio que con una interminable huida hacia la nada.

3. L'amour l'après-midi de Eric Rohmer (Francia - 1972)

No puedo decir nada sobre esta película luego de leer la crítica de ds en ECP.

4. Die dritte Generation de RW Fassbinder (Alemania - 1979)

Nadie puede quedar inmune a una película de Fassbinder. Es un director jodidamente ambiguo, degenerado, molesto, maleducado, culto, genial, insoportable. Sus películas son exactamente eso, un reflejo perfecto de su personalidad. Por momentos me resulta un farsante, súbitamente filma una escena increíble y de nuevo esa falta de centro. Fassbinder pega donde más duele, en nuestra vida burguesa, y como buen alemán post Hitler tiene algo de sádico y de tierno. Die Dritte Generation hubiera inventado el cine de nuevo si se hubieran perdido todas las películas de la historia. Es cómica, trágica, política, de género... su trabajo del sonido impresiona y la puesta en escena con escaso presupuesto sigue siendo increíble.

5. Pickpocket de Robert Bresson (Francia - 1959)

Que un frío francés como bresson adapte la historia de un ruso sentimental como Dostoievski (Crimen y Castigo) solo puede dar como resultado una película genial, donde gélidos debates éticos transcurren entre pensiones ruinosas y calles estrechas de Paris. la presencia femenina ilumina la pantalla y el protagonista, el uruguayo Martín Lasalle, es condenadamente parecido a Billordo.

6. Sunset Boulevard de Billy Wilder (USA - 1950)

Antes que Lynch en Mullholand Drive, antes que Di Palma en Double Body, el genio de Wilder construyo una película en la que la fábrica de sueños de Hollywood asume la forma de la pesadilla. Una visión brillante sobre el principio que rige el mundo: "ser es ser retratado". Von Stroheim en el papel del mayordomo es conmovedor.

7. M de Fritz Lang (Alemania - 1931)

Si no tienen muchas ganas de ver una película alemana de la década del 30 (lo cual es, de alguna forma, comprensible) es obligatorio como ser humano prestarle atención a los primeros 10 minutos de esta obra maestra del genio de Fritz Lang, en la que básicamente se condensan todas las posibilidades del cine.

8. The man who shot Liberty Valance de John Ford (USA - 1962)

Podría poner 20 películas de Ford en esta lista, y estaría bien. Mi preferida es ésta porque combina a –Jimmy Stewart y a John Wayne, porque representa la visión amarga de un americano que peleó la SGM y que ve como un montón de universitarios sin ética se hacen cargo de su país, porque se ubica en ese fino lugar donde no se sabe si los personajes escriben la historia o si la historia los escribe a ellos, porque demuestra el elemento de ficción (y de mentira) con el que se construyen las naciones... y bueno, porque es de Ford, y hay algo en sus películas que no tiene explicación, una belleza trascendente, una humanidad que traspasa la pantalla.

9. Raging Bull de martin Scorsese (USA - 1980)

La destrucción del cuerpo como forma de expiación, idea cristiana que Scorsese llevó al extremo en esta obra monumental en la que se narra la batalla estéril del cine clásico por sobrevivir a su propia desaparición. En la misma línea que otra gran película, The Last Picture Show de Bogdanovich, la imagen final de un obeso de Niro imitando al Brando de "On The Waterfront" en el espejo es conmovedora por la poderosa impotencia que transmite.

10. Manhattan de Woody Allen (USA - 1979)

Las grandes películas de Woody nos hacen entender que la mayor parte de las banalidades que realizamos sólo intentan hacernos olvidar que somos un punto ínfimo en un universo infinito. Recuerdo aquella frase de Lennon: "la vida es eso que te sucede mientras estas ocupado haciendo otras cosas". Quizás por eso (y por la distancia con la que Allen filma a sus personajes) es que todo en Manhattan despierta una encantadora sensación agridulce, empática, tierna, en la que el amor no es "hasta que la muerte nos separe" sino, justamente, una atajo pasajero para no pensar en ella.

11. El gran Lebowsky de Joel y Ethan Coen (USA - 1980)

La mejor comedia de mi generación funciona a muchos niveles, como aquél chiste de la bola en la ingle de Los Simpsons. La resaca del capitalismo está concentrada en la arquetípica figura del Dude, quizás el Ulises de nuestro tiempo, un ser honestamente interesado en nada a excepción del bowling, Creedence y la marihuana. Sadamm Hussein es un sueño escupido por la televisión, el arte un gesto snob y el dinero una forma de complicarse la vida. Entre las avenidas de LA, los anuncios publicitarios de productos berretas, la comida chatarra, el Dude se erige como una visión honesta y desinteresada de un universo en el que Irak está más lejos que Marte y los ex combatientes de Vietnam son héroes inútiles de una guerra sin sentido. Los Coen apelan a la tradición del cine clásico (que incluye a Lubitsch, Wilder y Sturges, entre otros próceres) y logran por lejos su mejor película.

12. 8 y 1/2 de Fellini (Italia - 1963)

Quizás los hombres seamos apenas una versión menos cool de Guido, el personaje de Mastroianni en esta película. A diferencia de otros directores de su época, Fellini era de clase media baja y nunca pudo olvidar esa raigambre popular en sus películas. El conflicto del personaje es el propio, el rol del artista en un mundo espantoso, la amarga sensación de sentirse un perpetuo farsante y la presencia eterna de las mujeres (madres, esposas, amantes, prostitutas) en la vida del burgués inseguro. El cine como un sueño en el que todo es igual de trascendente y absurdo: el deseo sexual, nuestra endeble conciencia política y la memoria.

13. Les Amants Reguliers de Philippe Garrel (Francia - 2005)

El mayo del 68 comienza con fuego y barricadas, como un sueño, y termina con un montón de chicos corriendo asustados a la casa de sus padres, en donde viven. La construcción del espacio (con un blanco y negro esencial) es heredera directa de la nouvelle vague, y los rostros (de Louis Garrel, de Clotilde Hesme) tienen un encanto que sólo logran los grandes directores. El sueño moderno acabándose con la "chica" viajando a estados unidos, horas estériles de conversación y muchísima droga. Quizás sólo el buen recuerdo de sentirse dueño de la historia y un hermoso tema de los Kinks: "¿a esta hora mañana, donde vamos a estar?". Hoy todos podemos responder la pregunta en un segundo, quizás en los sesenta resistía una dulce incertidumbre.

14. The Rear Window de Alfred Hitchcock (USA - 1954)

Sí, el protagonista es una metáfora ajustada del hombre moderno (un aventurero condenado a la parálisis), los binoculares y la cámara parecen reflejar ajustadamente la realidad mediatizada en la que vivimos, y Grace es la dosis de belleza menor pero imprescindible que nos deja la vida actual. Ver a Hitchcock es como estar enamorado.

15. Hud de Martin Ritt (USA - 1963)

Donde acaba esa película clásica de Howard Hawks, Red River, comienza Hud. Hud es Paul Newman, quizás el hombre más bello alguna vez filmado, y su magnetismo consume a un espectador desprevenido con una hermosa fotografía en blanco y negro. Hud es un borracho, un vago, un mujeriego. La tradición de su familia se ha destruido con su presencia ya que entre él y su padre (un hacendado típico americano) no hay un solo lazo en común. A Hud no le interesa más que el dinero, por eso quiere dar los campos a exploración y vivir de rentas petroleras. El padre le dice: "como voy a ganar dinero con algo que no veo crecer". En este mundo, está muerto. la dignidad americana se salva con su hermanastro y la escena final, en la que Hud pasea solo por la casa, pone los pelos de punta.

16. El Salario del Miedo de Henri-Georges Clouzot (Francia - 1953)

El cine de situación llevado a su extremo más fascinante. 4 personas que no tienen nada que perder deben llevar nitroglicerina por un camino lleno de obstáculos. Cualquier movimiento brusco puede hacer explotar la carga. La película más emocionante que se haya filmado.

17. Tokyo Monogatari de Yasujiro Ozu (Japón - 1953)

Merrit, el cantante de los Magnetic Fields, es fanático de las películas de Ozu, y dijo alguna vez: "me gustaría cantar como hablan los personajes de sus películas: sin ego". En Ozu todo está visto desde muy lejos, como si dios fuera una entidad llena de amor compartiendo las angustias de sus bellas creaciones. Como un Ford japonés y humilde, Ozu hace comedia y drama y cree en el concepto de comunidad, en la tradición que une a las familias y que vuelve a todos los humanos efímeros pero eternos. Ozu hace visible eso que es invisible a los ojos.

18. Roma, Citta Aperta de Rossellini (Italia - 1945)

Película hermosa, casi una visión profética de la lucha política en el siglo XX, cuando se dejaron de discutir ideas y se comenzó a pedirse dignidad. Curioso, los derechos humanos surgen cuando el mundo se vuelve inhumano. Rossellini es lúcido y poético y no cae en la sensiblería de sus otros compadres neorrealistas. Sus personajes (todos de clase baja) se enfrentan a situaciones éticas y actúan como pueden. Una fábula triste pero llena de dignidad con un final demoledor. Rossellini era en el fondo un gran pesimista. Recomiendo todo sobre él, incluyendo la monumental Viaggio in Italia.

19. Faces de John Cassavetes (USA - 1968)

Los primeros planos de Cassavetes muestran los gestos secretos que contradicen eso que decimos. Sus personajes encuentran ese espacio de libertad que parecen no tener durante el resto de sus vidas, con sus matrimonios y sus trabajos. Si Woody Allen trabaja en Manhattan desde la distancia, Cassavetes en faces lo hace desde la cercanía. Sus películas se ubican en ese lugar donde el llanto y la risa son la misma cosa, un necesario impulso vital para combatir el thanatos que todo lo rodea.

20. Viridiana de Luis Buñuel (México - 1961)

El cine ha dado visiones muy precarias de latinoamericana, o exaltando sus virtudes o subrayando sus defectos. Quizás Buñuel en su etapa mexicana haya sido el más certero analista de las miserias de esta parte del mundo. El catolicismo, la burguesía, la violencia, la pobreza, la sexualidad, todo está en Viridiana, un ángel en un mundo de demonios. Buñuel es implacable con sus personajes, es cierto, pero la realidad ha sido y es implacable con los latinoamericanos desde 1492 hasta hoy.

JPS

lunes, 13 de septiembre de 2010

ECLIPSE, DE DAVID SLADE



Título: Eclipse (2010)

Origen: Estados Unidos

Dirección: David Slade

Intérpretes: Kristen Stewart, Robert Pattinson, Taylor Lautner

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Esta película es un manifiesto homosexual, pero no del que nos gusta a nosotros.

Porque si vamos a abrir nuestra mente y aceptar que dos seres del mismo género pueden tener sexo, lo más lógico (y natural) es pensar en dos mujeres que, ante la falta del hombre, usan un artefacto plástico para satisfacer sus deseos de ser penetradas. En el medio, se besan y se aman. Un peliculón.

Pero Eclipse es un manifiesto gay al revés: esta vez, el objeto de deseo son los chicos.

Sino veamos a la protagonista: la hermosísima Kristen Stewart convertida en una ameba flaca y pálida; aburrida y asexuada; insegura y abrigada... casi como cojerse una almohada. He visto más agresión sexual en un programa de Telefé conducido por Marley.

En cambio, los tipos en Eclipse se la pasan en cuero, corriendo y sudando, con sus físicos totalmente trabajados y bronceados. Hay planos incluso que podrían pertenecer a una película soft porno gay.

-Forrest Gay?

-No.

-La última tentación de Cristian?

-No.

-Duro de dilatar?

-Basta.

Cuando uno va al cine a ver una película que sabe que será una porquería, al menos dice "voy a ver un par de culitos, unos tiros y me vuelvo a casa tranquilo".

Pero Eclipse es decepción pura. Si este es el cine que cautiva a los adolescentes, estamos perdidos.

Y eso que ni hablé del argumento.

Esta película es un CERO.


viernes, 30 de abril de 2010

L’AMOUR L’APRÉ-MIDI, DE ERIC ROHMER


Título: L’amour l’apré-midi (El amor después del mediodía)

Origen: Francia

Año: 1972

Dirección: Eric Rohmer

Intérpretes: Bernard Verley, Zouzou, Françoise Verley

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En Francia la gente es linda, tiene seguridad económica y una mentalidad liberal, y sin embargo, todas sus películas tienen algo triste.

-Oui, monsieur ds. Nous savons très bien.

-Silence. Déshabillez-vous et dansez pour moi, putain.

La conclusión es que a los franceses les gusta inventarse sus propios problemas, mientras que nosotros no podemos escapar de ellos. Por eso, cuando va todo en la dirección correcta y Jean-Paul conoce una chica hermosa, que se quiere casar con él, y una vez que logró establecerse en su trabajo y está a punto de tener un hijo rubio de ojos celestes, Jean-Paul empieza a pensar que su vida es una farsa burguesa, se pone triste y ya: tenemos el argumento para una peli francesa.

En este caso, L’amour l’apré-midi.

L’amour l’apré-midi la va de un burgués que adora la vida en la ciudad grande. Le encanta salir al mediodía, durante la hora del almuerzo, a ver nenas hermosas paseando por París. Y piensa “me las quiero voltear a todas”. Un hombre normal, digamos.

Por supuesto, hasta un abogado francés rubio es en el fondo un hombre, así que se termina enamorando de una en particular. Hello…la historia de mi vida.

El caso es que los encuentros con esta chica, Chloe (hermosísima francesa) (bueno, todas las mujeres de esta película son hermosas, podría hacer un ensayo de 20 páginas sobre el excelente trabajo que hizo el director de casting, pero temo que me acusen de onanista) se van haciendo cada vez más frecuentes, al punto que no pueden evitar el amor.

Sin embargo, como es normal en una película francesa, el tipo no hace lo que haría un argentino: cojérsela, hacerle un pibe, jugarla de callampín y seguir casado. No, los franceses tienen mucha ética.

El caso es que hasta el final podemos estar viendo otra película francesa, pero nada del otro mundo.

Hasta que viene lo mejor: el final.

Paréntesis: El buen cine se destaca por sus finales. Las películas malas suelen terminar con el chico besando a la chica en el campo de baseball, cosa que esperábamos desde el minuto 1. Pero en el buen cine, el final es todo, es lo que le da sentido a los 90 minutos previos.

La última escena de L’amour l’apré-midi, cuando el tipo llega a su casa y la mujer es la que llora, la que parece que se siente más culpable de los dos, ahí es cuando Rohmer te pega un cachetazo en la cara y te dice:

-Acá el que corta el bizcochuelo soy yo.

-pos sí, cabrón.

Simplemente, cine.

Este peli es un: DIEZ.


miércoles, 17 de marzo de 2010

LA PEQUEÑA SEÑORA DE PEREZ, DE C.H. CHRISTENSEN

Origen: Argentina

Dirección: Carlos Hugo Christensen

Año: 1944

Intérpretes: Mirtha Legrand, Juan Carlos Thorry

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Extracto de una conversación de ds (genial autor de este blog) con su conciencia, antes de dormir.

-Bueno, ¿vas a escribir o no sobre esta película, ds? Hace ya dos semanas que la viste.

-Corrección: no la terminé de ver. La saqué faltando veinte minutos. Y no puedo seguir: es una mierda. Y ahora pienso: ¿cómo puedo hablar de algo que no terminé?

-Muchos críticos lo hacen.

-Bueno, por eso no soy crítico: yo siempre acabo.

-¿Hablamos de sexo o de cine?

-Es lo mismo, a esta altura. ¿Cómo puedo decir “ayer tuve sexo” si no logré acabar?

-Tenés razón ¿Pero ella acabó?

-Lo que ella haga durante el sexo me tiene sin cuidado.

-¿Y qué hay de la peli, ninguna idea?

-Se me ocurrió al principio una analogía entre Frank Capra y Carlos H. Christensen. Como que son dos directores que usan muy bien los personajes secundarios.

-A nadie le importa eso: vamos a lo jugoso. ¿Qué tal estuvo la Legrand?

-Y… hace de una mujer recién casada con Carlos Thorry. Vi más química sexual en un concierto de los Pimpinela que entre estos dos.

-¿Fuiste a un concierto de los Pimpinela?

-Sí, salí muy excitado.

-¿Algo más para agregar?

-No. Bueno, sí:

Esta película es un CUATRO.