viernes, 30 de abril de 2010

L’AMOUR L’APRÉ-MIDI, DE ERIC ROHMER


Título: L’amour l’apré-midi (El amor después del mediodía)

Origen: Francia

Año: 1972

Dirección: Eric Rohmer

Intérpretes: Bernard Verley, Zouzou, Françoise Verley

***

En Francia la gente es linda, tiene seguridad económica y una mentalidad liberal, y sin embargo, todas sus películas tienen algo triste.

-Oui, monsieur ds. Nous savons très bien.

-Silence. Déshabillez-vous et dansez pour moi, putain.

La conclusión es que a los franceses les gusta inventarse sus propios problemas, mientras que nosotros no podemos escapar de ellos. Por eso, cuando va todo en la dirección correcta y Jean-Paul conoce una chica hermosa, que se quiere casar con él, y una vez que logró establecerse en su trabajo y está a punto de tener un hijo rubio de ojos celestes, Jean-Paul empieza a pensar que su vida es una farsa burguesa, se pone triste y ya: tenemos el argumento para una peli francesa.

En este caso, L’amour l’apré-midi.

L’amour l’apré-midi la va de un burgués que adora la vida en la ciudad grande. Le encanta salir al mediodía, durante la hora del almuerzo, a ver nenas hermosas paseando por París. Y piensa “me las quiero voltear a todas”. Un hombre normal, digamos.

Por supuesto, hasta un abogado francés rubio es en el fondo un hombre, así que se termina enamorando de una en particular. Hello…la historia de mi vida.

El caso es que los encuentros con esta chica, Chloe (hermosísima francesa) (bueno, todas las mujeres de esta película son hermosas, podría hacer un ensayo de 20 páginas sobre el excelente trabajo que hizo el director de casting, pero temo que me acusen de onanista) se van haciendo cada vez más frecuentes, al punto que no pueden evitar el amor.

Sin embargo, como es normal en una película francesa, el tipo no hace lo que haría un argentino: cojérsela, hacerle un pibe, jugarla de callampín y seguir casado. No, los franceses tienen mucha ética.

El caso es que hasta el final podemos estar viendo otra película francesa, pero nada del otro mundo.

Hasta que viene lo mejor: el final.

Paréntesis: El buen cine se destaca por sus finales. Las películas malas suelen terminar con el chico besando a la chica en el campo de baseball, cosa que esperábamos desde el minuto 1. Pero en el buen cine, el final es todo, es lo que le da sentido a los 90 minutos previos.

La última escena de L’amour l’apré-midi, cuando el tipo llega a su casa y la mujer es la que llora, la que parece que se siente más culpable de los dos, ahí es cuando Rohmer te pega un cachetazo en la cara y te dice:

-Acá el que corta el bizcochuelo soy yo.

-pos sí, cabrón.

Simplemente, cine.

Este peli es un: DIEZ.