viernes, 24 de octubre de 2014

THE CROWD, DE KING VIDOR




Año: 1928
País: Estados Unidos
Director: King Vidor
Intérpretes: Eleanor Boardman, James Murray, Bert Roach, Estelle Clark, Daniel G. Tomlinson, Dell Henderson

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El día que nace John Sims, un glorioso 4 de Julio, su padre exclama esperanzado: “aquí tenemos un hombrecillo del que el mundo va a oír. Le daremos todas las oportunidades”. En la tierra de la democracia y la libertad todo hombre nace bajo el concepto de que lo único que se necesita es aprovechar las oportunidades. Porque somos todos iguales y nuestra independencia y libertad nos igualan. Así que a los cuatro años John Sims ya toca el piano como Lincoln y George Washington, y aspira a concertar grandes cosas. Pero la historia de quien pinta ser el próximo héroe americano se convierte en la biografía de otro perdedor anónimo sin suerte que habita la gran ciudad de New York. ¿Qué pasó en el medio? King Vidor lo explica en una hermosa película de la era del cine mudo.

Un impresionante plano secuencia nos presenta a John Sims ya de adulto, convertido en un oficinista entre otros cientos igual a él, que entregan sus vidas a un trabajo tedioso en el Empire State Building. Smith es un soñador con ideas innovadoras en el mundo de la publicidad. Pero los plazos a cumplir, los jefes a respetar, los expedientes derivados al departamento siguiente, anulan su capacidad creativa. Tiene que llevar la comida a casa, después de todo. Y lo que resta es esperar que llegue esa oportunidad que lo  hará rico del día a la mañana.

En un principio concluí que Vidor había filmado una película que reflejaba con claridad la época de los Estados Unidos previa al derrumbe económico de la bolsa de Wall Street, en la que millones de extranjeros y americanos llegaban a la gran ciudad con el objetivo de hacerse millonarios, objetivo impulsado por el mismo Estado para atraer mano de obra barata. Pero luego pensé en todos mis amigos que viven en Buenos Aires y arman consultoras asesoras de negocios paralelas a sus trabajaos diarios, que compran dólares todos los meses para guardar dinero, se vinculan con gente nueva, emprendedora, sedientas de hacer un negocio, uno solo, que sea el que los saque de esa supuesta mediocridad y les permita comprar propiedades, vivir una vida de verdadero lujo, buscando esa oportunidad que llega una vez en la vida. Así que comprobé que mi primera conclusión fue un reduccionismo snob. Lo que hizo Vidor fue una película sobre el eterno e inalterable espíritu de la gran ciudad, y por eso la película se llama The Crowd y no “La Vida de John Sims”, porque Sims no es nadie.

El final es de lo mejor. John Sims no se suicida, a pesar de intentarlo, y no lo hace porque no tiene sentido dejarse morir por algo que es inevitable: ser parte de una multitud amorfa que no permite la individualidad. Matarse es un acto en vano, como lo es vivir. Así que mejor pasarla bien, y eso es lo que hace: se va con su mujer al cine, comen unos pochoclos, se ríen un rato y fin de la película.

Ahora mirate a vos mismo, desde un departamento, viendo películas para hacer más amena la vida. Y decime si King Vidor no es un puto genio del cine.

Esta película es un DIEZ.



martes, 21 de octubre de 2014

EL SOBREVIVIENTE, DE PETER BERG




Título original: Lone Survivor
Año: 2013
Origen: Estados Unidos
Reparto: Mark Wahlberg, Taylor Kitsch, Emile Hirsch, Ben Foster y Eric Bana

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¿Por qué después de tres años retomo este maravilloso blog, y elijo como excusa una película tan mediocre como “El Sobreviviente” para reanudar mi muy oxidada escritura? No les importa. El caso es que vuelvo, no sé si para quedarme, quizás sólo para sacarme las ganas de hablar de algo, de lo que sea, de arte, de la vida y la muerte, de una película berreta bien hecha donde no hay una sola mujer protagonista a la cual admirar.

El Sobreviviente trata de un grupo de soldados americanos que son entrenados para soportar todo tipo de dolor físico. Ya graduados, esos soldados están en Afganistan y tienen que matar a los malos, que son un grupo de afganos. Cualquier autor de ficción jamás podría pensar en una historia donde el ocupante en el país extranjero sea el bueno y el que defiende su país sea el malo. Pero esto no es ficción: es una historia basada en la vida real. Así de ilógico es todo.

Sigamos con la peli: cuando los soldados van en una misión a matar un grupo de afganos talibanes, se encuentran en el camino con un pastor y sus dos hijos. Allí entran en la disyuntiva: matarlos o no. Si los matan, ellos creen que van a salir en la CNN como asesinos, que no podrán ocultar esa ignominia. Entonces deciden liberarlos, con lo cual develan su posición ante los talibanes, que durante la hora y media que dura la película acribillan a balazos a este grupo de yanquis tan bonitos y musculosos y bien entrenados y dispuestos a morir por el tío Sam. El único sobreviviente, claro, es Mark Wahlberg, que al final recibe ayuda de una familia afgana muy buena y así Wallberg comprende que hay árabes buenos y árabes malos. Fin de esta puta mierda.

Lo único que justifica a los Estados Unidos es su capacidad de hacer bien las cosas. Porque si además de ser un país que destruye y hunde a otras naciones, que las somete económicamente y  que les aplica la política del garrote, si además de todo eso hicieran malas películas, no podrían ser la gran potencia mundial en que se han convertido. El caso es que han encontrado el mecanismo para hacer del horror algo visualmente agradable, como lo hicieron en su momento los nazis. Porque tiene buen suspenso, y buen sonido, y buenos actores, y por eso uno acepta ver esta aberración al sentido común durante dos horas en Netflix y pasar un buen rato en familia.


PUNTUACIÓN: CINCO