Año: 1928
País: Estados Unidos
Director: King Vidor
Intérpretes:
Eleanor Boardman, James Murray, Bert Roach, Estelle Clark, Daniel G. Tomlinson,
Dell Henderson
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El día que nace John Sims, un
glorioso 4 de Julio, su padre exclama esperanzado: “aquí tenemos un hombrecillo
del que el mundo va a oír. Le daremos todas las oportunidades”. En la tierra de
la democracia y la libertad todo hombre nace bajo el concepto de que lo único que
se necesita es aprovechar las oportunidades. Porque somos todos iguales y
nuestra independencia y libertad nos igualan. Así que a los cuatro años John
Sims ya toca el piano como Lincoln y George Washington, y aspira a concertar
grandes cosas. Pero la historia de quien pinta ser el próximo héroe americano
se convierte en la biografía de otro perdedor anónimo sin suerte que habita la
gran ciudad de New York. ¿Qué pasó en el medio? King Vidor lo explica en una
hermosa película de la era del cine mudo.
Un impresionante plano secuencia
nos presenta a John Sims ya de adulto, convertido en un oficinista entre otros
cientos igual a él, que entregan sus vidas a un trabajo tedioso en el Empire
State Building. Smith es un soñador con ideas innovadoras en el mundo de la
publicidad. Pero los plazos a cumplir, los jefes a respetar, los expedientes
derivados al departamento siguiente, anulan su capacidad creativa. Tiene que
llevar la comida a casa, después de todo. Y lo que resta es esperar que llegue
esa oportunidad que lo hará rico del día
a la mañana.
En un principio concluí que Vidor
había filmado una película que reflejaba con claridad la época de los Estados
Unidos previa al derrumbe económico de la bolsa de Wall Street, en la que
millones de extranjeros y americanos llegaban a la gran ciudad con el objetivo
de hacerse millonarios, objetivo impulsado por el mismo Estado para atraer mano
de obra barata. Pero luego pensé en todos mis amigos que viven en Buenos Aires
y arman consultoras asesoras de negocios paralelas a sus trabajaos diarios, que
compran dólares todos los meses para guardar dinero, se vinculan con gente
nueva, emprendedora, sedientas de hacer un negocio, uno solo, que sea el que
los saque de esa supuesta mediocridad y les permita comprar propiedades, vivir
una vida de verdadero lujo, buscando esa oportunidad
que llega una vez en la vida. Así que comprobé que mi primera conclusión
fue un reduccionismo snob. Lo que hizo Vidor fue una película sobre el eterno e
inalterable espíritu de la gran ciudad, y por eso la película se llama The
Crowd y no “La Vida de John Sims”, porque Sims no es nadie.
El final es de lo mejor. John
Sims no se suicida, a pesar de intentarlo, y no lo hace porque no tiene sentido
dejarse morir por algo que es inevitable: ser parte de una multitud amorfa que
no permite la individualidad. Matarse es un acto en vano, como lo es vivir. Así
que mejor pasarla bien, y eso es lo que hace: se va con su mujer al cine, comen
unos pochoclos, se ríen un rato y fin de la película.
Ahora mirate a vos mismo, desde
un departamento, viendo películas para hacer más amena la vida. Y decime si
King Vidor no es un puto genio del cine.
Esta película es un DIEZ.