Las mujeres y las películas de Budd Boetticher tienen dos cosas en común:
Que son todas iguales, pero también irresistibles.
Pasado un tiempo de haber visto Comanche Station, The Tall T, Seven Men From Now y Buchanan Rides Alone, no logro distinguir una sola trama; todas se entremezclan entre sí.
Siempre es Randolph Scott cabalgando en el desierto, con la espalda erguida y una mueca casi feliz. En todas hay un malo que es igual a él en inteligencia y coraje, pero salvajemente vil. Así, las películas se tornan como un juego de ajedrez. Uno arrincona al otro, resuelve el problema y plantea uno nuevo. El que triunfa, por supuesto, es el de las fichas blancas.
El personaje de Scott tampoco varía entre un film y otro. Un tipo de pocas palabras, con una ética envidiable. No se aprovecharía nunca de una mujer, y por eso ellas caen rendidas a sus pies. Cuando hay que darles un cachetazo, Scott se los da. Cuando hay que besarlas, Scott las besa. Y siempre responde con una respuesta.
-I’m gonna kill you.
-Will you?
En fin, el tiempo se encarga de fusionar todas aquellas películas en una sola: una confusa y excelente obra maestra.
Las mujeres y las películas de Budd Boetticher tienen otras dos cosas en común:
Duran poco tiempo y siempre te dejan con ganas de más.
Quizás por eso sean todas hermosas.
He aquí mi humilde homenaje a un genio del cine.
3 comentarios:
Excelente análisis culón. Lo comparto enteramente.
Ayer ví Red River de Hawks. " No stranger ever goodnews me "
Me acordé de vos.
Qué genial esa peli. Y qué actorazo ese viejito. Ya no se consiguen de esos.
excelente posteo ds, no lo habia visto, sos grosso. abrazo!!
jps
Publicar un comentario