miércoles, 11 de mayo de 2011

LOST WEEKEND, DE BILLY WILDER


Origen: USA

Año: 1945

Dirección: Billy Wilder

Intérpretes: Ray Milland, Jane Wyman, Frank Faylen

***

Una vez tuve mi momento de gloria.

Había conquistado -no sé cómo- una hermosa promotora de la empresa que me tenía empleado. Era morocha y de ojos verdes, grandes curvas y una sonrisa gigante. También era salvaje, se notaba que amaba la noche y las fiestas. Apenas tenía 22 años y ya había vivido en New York, conocía gente rica y popular, y había probado toda las drogas; todas cosas que yo nunca hice.

Todos en la empresa la deseaban. O eran demasiado amables con ella o demasiado arrogantes. Nada de eso les funcionaba. Yo sabía hacerla reír y a todo lo que decía le daba una connotación sexual. Se ve que a ella le gustaba.

Me dijo “me voy con vos en el taxi”, frente a todos, así que salimos sin mirar hacia atrás. En el camino la invité a un bar antes de dirigirnos a nuestras respectivas casas. Dijo que sí.

En aquel bar –recuerdo que afuera llovía a cántaros y que éramos los únicos dos clientes- nos pusimos a conversar mientras tomábamos un mojito. Nos reímos de mis compañeros de empresa y tomamos unos mojitos más, que se hicieron ocho al final de la noche. Quizás porque llevaba unas cuantas horas sin comer ni dormir, me emborraché mucho más que ella.

Nos besamos un rato al pie de la barra (hoy no puedo más que imaginarme a mí mismo como un ser amorfo y desagradable abalanzándose sobre la hermosa chica). Ella mencionó que quería tomar una pastilla de éxtasis. Le dije que no me interesaban esas drogas, que vaya a tomarlas y que otro día nos veríamos.

Pero cuando llegaron sus amigos a buscarla, no logré contenerme. La tomé del brazo con fuerza y me dijo lo más severo que puede decirnos una mujer: “soltame”. Le respondí con la lengua casi dormida: “no seas puta, no me dejes así”. Se enojó. La insulté de nuevo y así me quedé solo en el bar, tomando un último mojito con cara de violador. No volví a verla nunca más.

Cosas así son las que nos pasan cuando no nos controlamos con el alcohol. (Vale aclarar que nunca aprendí nada de esta experiencia, porque me siguió sucediendo reiteradas veces).

Pero estos son problemas pequeños comparados a lo que sufre Don Birman en Lost Weekend, un auténtico borracho; no como nosotros, simples amateurs.

Esta película es, de principio a fin, una obra maestra. Causa impresión saber que Wilder la filmó en 1945. Cuando Europa no escapaba de la guerra, cuando en Argentina cantábamos la marcha peroncha, en Estados Unidos (que entonces era un país en serio) las mentes brillantes estaban abocadas al arte transgresor.

No soy la clase de periodista que elabora análisis semiológicos sobre las películas: a mí me interesa el sexo, el arte y las drogas blandas. Así que no puedo más que decirles que si alguna de estas cosas está entre sus prioridades, se van a sentir muy identificados con la excelente y memorable actuación del magnífico Ray Milland en Lost Weekend.

-Dale, ds, decilo.

Esta película es un DIEZ.