martes, 4 de noviembre de 2014

VALKYRIE, DE BRYAN SINGER



Nombre: Valkyrie
Año: 2008
Origen: Estados Unidos
Director: Bryan Singer
Reparto: Tom Cruise, Kenneth Branagh, Bill Nighy y Terence Stamp


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Supongamos que Adolf Hitler no es el protagonista principal de la historia del Siglo XX, el gran malvado que se lleva toda nuestra atención, al que le dedican nuevas investigaciones ridículas cada año, y más documentales y que todavía se discute su influencia en las instituciones educativas como si estuviese aún presente. Quizás sea posible imaginar que la segunda guerra mundial se haya dado como una lucha no entre naciones, sino entre intereses económicos, prescindiendo de los nombres propios y los locos mesiánicos que quieren quemar niños para hacer jabones y smartphones. Este manera de observar la historia –que algunos condenarían por ser muy fría- nos serviría para entender mejor en qué se ha equivocado la humanidad, y sobre todo, en que se ha equivocado Bryan Singer al dirigir Valkiria.

Valkiria nos plantea una nueva mirada del nazismo, aunque a decir verdad, “toda novedad no es sino olvido”, como sentenció Salomón. Es el negocio al que se aferran todos los historiadores modernos; no el analizar la historia de acuerdo a sus propias convicciones, sino en “descubrir” algún hecho o persona que nadie había escuchado antes. Y con esa consigna aparecen publicaciones tan poco interesantes como “Fanny: La mucama de Borges”, “Freda: La secretaria de Los Beatles”, “Marlene: la prima de Eva Braun” (estos tres son reales, aunque parezca chiste), que no aportan nada nuevo a lo que es interesante saber, y desvían la atención a personajes terciarios, pero con un lindo diseño de tapa, o una buena edición de sonido, se vuelven comercialmente exitosos.

En este esquema encaja Valkiria, que plantea el nazismo visto desde el lado de los alemanes traidores al régimen. El coronel Claus von Stauffenberg (Tom Cruise), un escéptico de los planes de Hitler, es ascendido luego de haber participado en una batalla en la que pierde el ojo y una mano. Ya como burócrata de escritorio, se pone al frente de una logia destinada a derrocarlo. Falsifican el plan de emergencia nacional llamado Valkiria (una escena vergonzosa, donde personifican a Hitler como un idiota al que engañan hablándole de Wagner) y le plantan una bomba al Fhürer. Pero éste sobrevive, el golpe de Estado fracasa, Hitler fusila a los traidores y fin.

Entonces imaginemos que Hitler no es el malo de la película, sino que el malo es Tom Cruise, que a fin de cuentas fue el traidor que fracasó en su intento golpista. Imaginemos que fue el mismo Hitler el que mandó a filmar Valkiria para demostrarle a su pueblo alemán lo que él hace con los traidores al régimen, y cómo hace para mantener vivo al Tercer Reich. Esto es lo que generó Bryan Singer, una película que en su intento rebuscado de ser “anti” termina siendo funcional a aquello que denosta.

Me quedo con Noche y Niebla.  


Esta película es un TRES.

viernes, 24 de octubre de 2014

THE CROWD, DE KING VIDOR




Año: 1928
País: Estados Unidos
Director: King Vidor
Intérpretes: Eleanor Boardman, James Murray, Bert Roach, Estelle Clark, Daniel G. Tomlinson, Dell Henderson

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El día que nace John Sims, un glorioso 4 de Julio, su padre exclama esperanzado: “aquí tenemos un hombrecillo del que el mundo va a oír. Le daremos todas las oportunidades”. En la tierra de la democracia y la libertad todo hombre nace bajo el concepto de que lo único que se necesita es aprovechar las oportunidades. Porque somos todos iguales y nuestra independencia y libertad nos igualan. Así que a los cuatro años John Sims ya toca el piano como Lincoln y George Washington, y aspira a concertar grandes cosas. Pero la historia de quien pinta ser el próximo héroe americano se convierte en la biografía de otro perdedor anónimo sin suerte que habita la gran ciudad de New York. ¿Qué pasó en el medio? King Vidor lo explica en una hermosa película de la era del cine mudo.

Un impresionante plano secuencia nos presenta a John Sims ya de adulto, convertido en un oficinista entre otros cientos igual a él, que entregan sus vidas a un trabajo tedioso en el Empire State Building. Smith es un soñador con ideas innovadoras en el mundo de la publicidad. Pero los plazos a cumplir, los jefes a respetar, los expedientes derivados al departamento siguiente, anulan su capacidad creativa. Tiene que llevar la comida a casa, después de todo. Y lo que resta es esperar que llegue esa oportunidad que lo  hará rico del día a la mañana.

En un principio concluí que Vidor había filmado una película que reflejaba con claridad la época de los Estados Unidos previa al derrumbe económico de la bolsa de Wall Street, en la que millones de extranjeros y americanos llegaban a la gran ciudad con el objetivo de hacerse millonarios, objetivo impulsado por el mismo Estado para atraer mano de obra barata. Pero luego pensé en todos mis amigos que viven en Buenos Aires y arman consultoras asesoras de negocios paralelas a sus trabajaos diarios, que compran dólares todos los meses para guardar dinero, se vinculan con gente nueva, emprendedora, sedientas de hacer un negocio, uno solo, que sea el que los saque de esa supuesta mediocridad y les permita comprar propiedades, vivir una vida de verdadero lujo, buscando esa oportunidad que llega una vez en la vida. Así que comprobé que mi primera conclusión fue un reduccionismo snob. Lo que hizo Vidor fue una película sobre el eterno e inalterable espíritu de la gran ciudad, y por eso la película se llama The Crowd y no “La Vida de John Sims”, porque Sims no es nadie.

El final es de lo mejor. John Sims no se suicida, a pesar de intentarlo, y no lo hace porque no tiene sentido dejarse morir por algo que es inevitable: ser parte de una multitud amorfa que no permite la individualidad. Matarse es un acto en vano, como lo es vivir. Así que mejor pasarla bien, y eso es lo que hace: se va con su mujer al cine, comen unos pochoclos, se ríen un rato y fin de la película.

Ahora mirate a vos mismo, desde un departamento, viendo películas para hacer más amena la vida. Y decime si King Vidor no es un puto genio del cine.

Esta película es un DIEZ.



martes, 21 de octubre de 2014

EL SOBREVIVIENTE, DE PETER BERG




Título original: Lone Survivor
Año: 2013
Origen: Estados Unidos
Reparto: Mark Wahlberg, Taylor Kitsch, Emile Hirsch, Ben Foster y Eric Bana

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¿Por qué después de tres años retomo este maravilloso blog, y elijo como excusa una película tan mediocre como “El Sobreviviente” para reanudar mi muy oxidada escritura? No les importa. El caso es que vuelvo, no sé si para quedarme, quizás sólo para sacarme las ganas de hablar de algo, de lo que sea, de arte, de la vida y la muerte, de una película berreta bien hecha donde no hay una sola mujer protagonista a la cual admirar.

El Sobreviviente trata de un grupo de soldados americanos que son entrenados para soportar todo tipo de dolor físico. Ya graduados, esos soldados están en Afganistan y tienen que matar a los malos, que son un grupo de afganos. Cualquier autor de ficción jamás podría pensar en una historia donde el ocupante en el país extranjero sea el bueno y el que defiende su país sea el malo. Pero esto no es ficción: es una historia basada en la vida real. Así de ilógico es todo.

Sigamos con la peli: cuando los soldados van en una misión a matar un grupo de afganos talibanes, se encuentran en el camino con un pastor y sus dos hijos. Allí entran en la disyuntiva: matarlos o no. Si los matan, ellos creen que van a salir en la CNN como asesinos, que no podrán ocultar esa ignominia. Entonces deciden liberarlos, con lo cual develan su posición ante los talibanes, que durante la hora y media que dura la película acribillan a balazos a este grupo de yanquis tan bonitos y musculosos y bien entrenados y dispuestos a morir por el tío Sam. El único sobreviviente, claro, es Mark Wahlberg, que al final recibe ayuda de una familia afgana muy buena y así Wallberg comprende que hay árabes buenos y árabes malos. Fin de esta puta mierda.

Lo único que justifica a los Estados Unidos es su capacidad de hacer bien las cosas. Porque si además de ser un país que destruye y hunde a otras naciones, que las somete económicamente y  que les aplica la política del garrote, si además de todo eso hicieran malas películas, no podrían ser la gran potencia mundial en que se han convertido. El caso es que han encontrado el mecanismo para hacer del horror algo visualmente agradable, como lo hicieron en su momento los nazis. Porque tiene buen suspenso, y buen sonido, y buenos actores, y por eso uno acepta ver esta aberración al sentido común durante dos horas en Netflix y pasar un buen rato en familia.


PUNTUACIÓN: CINCO

martes, 29 de noviembre de 2011

CUENTAME TU VIDA, DE ALFRED HITCHCOK




Título original: Spellbound

Año: 1945

Director: Alfred Hitchcock

Intérpretes: Gregory Peck, Ingrid Bergman

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No me agradan las psicólogas. Ellas creen que lo entienden todo, que todo tiene una explicación lógica. Hablan de más y escuchan de más. Creen que te conocen de antemano y te dicen “¿Vos sos el típico pibe canchero que anda con un montón de chicas, no?” Sí, nena, obvio...

Las psicólogas son peligrosas, porque saben lo que otras mujeres hacen por intuición. Por ejemplo, que el abuso sistemático en las comidas luego de una ruptura amorosa puede ser una pulsión que intente sublimar la figura del pene. Y como lo saben, creen que pueden controlarlo. Pero son mujeres: y las mujeres no controlan nada excepto a los hombres. Entonces se vuelven gordas adictas a la nicotina que tienen hijos llamados Sigmundo o Napoleón, y que empiezan a toman falopa a partir de los 14 años.

La mujer es de naturaleza salvaje: es el raciocinio el que mata la belleza. Y una psicóloga, cuando tiene sexo, está pensando y te está observando. Es como sentirse violado.

Aquí quiero hacer un paréntesis y exponer mi idea del sexo, que surge a partir de esta genial frase de Woody Allen: “el sexo es sucio sólo cuando está bien hecho”.

¿Por qué algunas mujeres esperan a la tercera cita para tener sexo, por qué incluso esperan a una quinta para meterse nuestro pene en la boca? Juro que ni mis intenciones, ni mi carácter, ni mi higiene personal va a cambiar en apenas dos semanas. Si soy un hijo de puta, lo voy a seguir siendo. Aquella idea de que la espera incrementa el deseo puede que sea cierta, pero hay que asegurarse que la satisfacción sea acorde a lo deseado. Porque a ningún hombre le gustaría esperar un mes para acostarse con una chica y volver a su casa diciendo: “esperé como un idiota todo este tiempo para un misionero con las luces apagadas?”. No chicas: si quieren enamorar a su hombre, sean unas verdaderas salvajes in the sack. Olvídense de lo que aprendieron en la Para Ti, en las telenovelas de Cris Morena, de su escuela y su mamá y tengan sexo como la puta biblia lo manda. Porque el sexo debe hacerse cuando se sienta, no cuando “se crea correcto”.

-ds, este es un blog de cine. ¿Qué onda, man?

-Voy.

Spellbound es una especie de policial negro, pero en vez de detectives hay psicoanalistas. Seguramente, un psicoanalista diría que esta peli es basura, porque hace una interpretación muy inocente de las teorías freudianas. Aquí la mente está representada como un rompecabezas que se puede ir armando de acuerdo a cómo avanza el guión, donde cada pieza encaja perfectamente. Gregory Peck sufre amnesia y cree haber asesinado a un hombre. Pero su enamorada, la psicóloga Ingrid Bergman, va interpretando sus sueños como si fuesen un mensaje oculto para llegar a la verdad. Es un poco gracioso, pero Spellbound tiene algo que la convierte en una película brillante: tiene instituto, corazón y amor por el cine.

Eso es algo que los psicólogos nunca entenderán.

Esta película es un SIETE.


jueves, 3 de noviembre de 2011

EL INCREÍBLE HOMBRE MENGUANTE, DE JACK ARNOLD


Origen: Estados Unidos

Año: 1957

Director: Jack Arnold

Intérpretes: Grant Williams, Randy Stuart, April Kent

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Un amigo no es el que te llama para tu cumpleaños, sino el que te manda un mensaje para recomendarte The Incredible Shrinking Man.

-Me gustó esa frase ds, la puedo retwittear?

-No.

Esta película se trata del hombre moderno y de la mujer moderna, representados con un simbolismo tan visible como correcto: el empequeñecimiento del macho y la consecuente ignonimia de ser el hazmerreír de la sociedad ante el fenómeno de la liberación femenina.

Todo está perfectamente explicado en la primera escena. El tipo le dice a su esposa: "¿Querida me traes una cerveza?" Y ella, la muy puta, en vez de levantarse de un salto y volver con un six-pack y un consolador, levanta la ceja y responde: "no". Él intenta negociar, le hace unas caricias para ablandarla, pero es en vano. Al final dice "ok querida, vos traes la cerveza ahora y yo hago la cena a la noche". Lo consigue y se pone contento. Qué iluso.

Después llega la trama: una nube radioactiva pasa por encima del tipo y comienza a encogerse de a poco, en un proceso lento y desgastante. El hombre, claro, se siente un fenómeno de circo, se encierra y no quiere salir. Se la pasa gritándole a su mujer, pero de nada sirve: ella ya no lo puede entender. "El Scott que conociste tenía una forma de ser, un sentido del humor y una estatura; todo eso está por cambiar". Ahora el que cambia es el hombre, que ya no tolera en lo que se convirtió, y se escapa por la calle. Amargado, conoce una enana de circo que le enseña que "el cielo es igual de azul para nosotros", pero "las cavilaciones metafísicas no importan cuando medís 93 centímetros", se dice, mientras sigue encogiendo.

El desenlace es aún más emocionante: el tipo ahora mide dos centímetros y está perdido en su sótano, luchando contra una tarántula, contra un gato, tratando de no morir en una ratonera. Está solo contra el mundo. Solo en la inmensidad del universo, pero se tiene a sí mismo, tiene la fuerza del espíritu. "Ahora tengo que pensar en sobrevivir", se dice. Scott es Zaratustra. Ahora puede morir en paz. Fin.

Moraleja: A la mínima de cambio, golpea a la muy puta y te obedecerá.

ESTA PELÍCULA ES UN OCHO

CARLOS, DE OLIVIER ASSAYAS


Origen: Francia

Año: 2010

Intérpretes: Édgar Ramírez, Alexander Scheer, Nora von Waldstätten

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A pesar de las injustificadísimas tres horas que dura esta peli. A pesar que por muchos momentos parece una telenovela mexicana. Y que los terroristas talibanes estén interpretados por latinos que hablan inglés. Y que la banda de sonido incluya a Wire y La Portuaria (¿?), sí encontré algunos rasgos a destacar de Carlos.

-¿De qué hablás, ds? Es una basura.

-Silencio: estoy inspirado.

Estamos en la época de Los Indignados. De jóvenes del primer mundo cansados de la mentira de sus gobiernos, de los medios de comunicación, de la injusticia en los contratos de trabajo, de ser siempre igual de mediocres. Pero ellos no quieren derrocar al Imperio, sino ser incluidos en él, y así comprarse una casa, un seguro de vida y una ampliación mamaria para su puta novia. No tienen los huevos suficientes para pegarle un tiro a Sarkozy, pero sí mucho ingenio para escribir carteles y generar trender topics en Twitter.

Les hace falta un líder, un guerrero, un demente con una granada. Y como no lo tienen, lo buscan en el cine. Entonces ha comenzado este revisionismo hacia la figura del terrorista. No la del árabe que vive entre cabras y metralletas. Sino del pibe burgués de ciudad en contra de la burguesía que es tan lindo y tan salvaje que las chichis mueren por entregarle su conchita mojada. Ya hicieron varias pelis sobre el Che: faltaba una de Carlos.

Como todo guerrillero, a Carlos no lo mueve la fuerza de sus ideales, sino el placer por la violencia y el respeto por las armas. Es un asesino frío y despiadado. Si hay que fusilar, fusila. Así son las reglas de la guerra.

Pero la guerra se acaba, y Carlos queda a mitad de camino. Un guerrillero sin guerra es como un diseñador de interiores en una crisis económica: nadie los necesita. Y mientras el mundo se encamina hacia un proceso de paz, Carlos empieza la guerra contra sí mismo, contra su espíritu belicoso, contra la necesidad de eliminar. Se vuelve obeso, codicioso, adicto a su cuerpo. Se acuesta con las mujeres de sus amigos. Se vende por viyuya. Y termina de la peor manera que puede terminar un guerrero: vivo, en prisión, siendo burlado por la historia y por un director de cine que hizo una película de mierda sobre tu vida.

La gloria es para aquellos que dejan todo, incluso su vida.

Indignado soy yo, que no tengo sexo hace dos meses.

ESTA PELÍCULA ES UN CUATRO

jueves, 14 de julio de 2011

LAS NOCHES DE CABIRIA (DE FEDERICO FELLINI) Y SIN RETORNO (DE MIGUEL COHAN)


La siguiente es una entrevista a ds (autor de este blog) que iba a ser publicada por la prestigiosa revista americana The New Yorker el 6 de mayo de 2010. Sin embargo, ds presentó un recurso ante su abogado para que la nota jamás se publique. El motivo: “la periodista no sabía quién era Yasujirō Ozu”, alegó.

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Patagonia Sur, 14 de Abril

EL INDICADO

Por Mandy Williams

Son las cuatro de la tarde y es una fría mañana en el sur argentino. ds, autor del más fantástico blog de cine del mundo, está sentado en un sillón de fieltro azul, a la vera de un río, bebiendo brandy de una botella, mientras mira de a ratos la bruma sobre el agua, y de a ratos mi blusa. Su vestimenta, un traje de terciopelo italiano, zapatos cosidos a mano, una boina, denota que frente a mi hay un dandy, un ganador. Sin embargo, ds rechaza ese tipo de apreciaciones. Se autoproclama “sólo un genio”, y opina con humildad: “no es mi culpa tenerlo todo”.

Me expone una teoría que encuentro brillante.

Ds - No suelo utilizar los géneros clásicos para clasificar películas. “Comedia” o “Drama” ya me resultan obsoletos. Prefiero otros. Por ejemplo, del género cinematográfico “Mujeres Caminando por Italia” podemos destacar La Aventura, de Antonioni, o Las Noches de Cabiria, de Fellini.

-No la vi a esa.

-No me extraña, muñeca. Es un film que tiene un gran principio y un gran final. En el medio hay demasiados italianos gritando. Pero son cuatros escenas grandiosas. Aquí permitime hacer una salvedad. Al igual que en Ocho y Medio, el final de la historia concluye en una tragedia: el personaje se muere, o algo adentro suyo lo hace. Sin embargo, hay una siguiente escena. En ambos films, cuando el personaje se aleja caminando, irrumpe una banda de música alegre, con payasos y bailarinas, que les hacen dar cuenta a los personajes que la vida es un absurdo, que igual van a poder reírse, no importa cuánto sufran.

-Es verdad…

-Creo que se debe –en realidad no lo creo: estoy completamente seguro- a que Fellini tenía cierta culpa de ser un pesimista. Era su pequeño guiño al sistema. Era, por supuesto, rico.

-Fellini también sabía filmar muy bien a las mujeres.

-Eso es lo que se espera que diga una mujer.

-¿Y qué opinás del cine argentino? Le dimos un Oscar a Campanella.

-Trato de no opinar mucho. Simplemente me conformo con no verlo. Sólo me gusta ver una película independiente cada tanto. Ayer, justamente, vi “Sin Retorno”, un emocionante thriller con Luis Machín.

-Vos seguí hablando, yo me desprendo la blusa.

-Al fin. Bueno, es una película donde los personajes están solamente para justificar la acción. No es la historia de un grupo de personas, sino la historia de una causa judicial. También hay un tema con la familia, que está en todos los casos reflejada como algo demasiado opresivo, y fui muy feliz en mi infancia para compartir ese estado de ánimo. Sin embargo, una peli argenta siempre te hace recordar tu barrio, tu idiosincrasia y te sentís menos solo en este despreciable mundo, aunque sea por dos horas.

-¿Sos un solitario, ds?

-Lo soy, nena.

Aquí di por concluida la entrevista. Confieso que me dejé llevar por la atracción animal que emana este gran analista cinematográfico, así que me abalancé a sus brazos con furia. Hicimos el amor hasta el anochecer. Luego me sentenció: “no te quiero ver nunca más en la vida”. Creo que estoy enamorada.