Título original: Lone Survivor
Año: 2013
Origen: Estados Unidos
Reparto: Mark
Wahlberg, Taylor Kitsch, Emile Hirsch, Ben Foster y Eric Bana
***
¿Por qué después de tres años retomo
este maravilloso blog, y elijo como excusa una película tan mediocre como “El
Sobreviviente” para reanudar mi muy oxidada escritura? No les importa. El caso
es que vuelvo, no sé si para quedarme, quizás sólo para sacarme las ganas de
hablar de algo, de lo que sea, de arte,
de la vida y la muerte, de una película berreta bien hecha donde no hay una
sola mujer protagonista a la cual admirar.
El Sobreviviente trata de un
grupo de soldados americanos que son entrenados para soportar todo tipo de
dolor físico. Ya graduados, esos soldados están en Afganistan y tienen que
matar a los malos, que son un grupo de afganos. Cualquier autor de ficción
jamás podría pensar en una historia donde el ocupante en el país extranjero sea
el bueno y el que defiende su país sea el malo. Pero esto no es ficción: es una
historia basada en la vida real. Así de ilógico es todo.
Sigamos con la peli: cuando los
soldados van en una misión a matar un grupo de afganos talibanes, se encuentran
en el camino con un pastor y sus dos hijos. Allí entran en la disyuntiva:
matarlos o no. Si los matan, ellos creen que van a salir en la CNN como
asesinos, que no podrán ocultar esa ignominia. Entonces deciden liberarlos, con
lo cual develan su posición ante los talibanes, que durante la hora y media que
dura la película acribillan a balazos a este grupo de yanquis tan bonitos y
musculosos y bien entrenados y dispuestos a morir por el tío Sam. El único
sobreviviente, claro, es Mark Wahlberg, que al final recibe ayuda de una familia
afgana muy buena y así Wallberg comprende que hay árabes buenos y árabes malos.
Fin de esta puta mierda.
Lo único que justifica a los
Estados Unidos es su capacidad de hacer bien las cosas. Porque si además de ser
un país que destruye y hunde a otras naciones, que las somete económicamente y que les aplica la política del garrote, si
además de todo eso hicieran malas películas, no podrían ser la gran potencia
mundial en que se han convertido. El caso es que han encontrado el mecanismo
para hacer del horror algo visualmente agradable, como lo hicieron en su
momento los nazis. Porque tiene buen suspenso, y buen sonido, y buenos actores,
y por eso uno acepta ver esta aberración al sentido común durante dos horas en
Netflix y pasar un buen rato en familia.
PUNTUACIÓN: CINCO
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