jueves, 3 de noviembre de 2011

CARLOS, DE OLIVIER ASSAYAS


Origen: Francia

Año: 2010

Intérpretes: Édgar Ramírez, Alexander Scheer, Nora von Waldstätten

***

A pesar de las injustificadísimas tres horas que dura esta peli. A pesar que por muchos momentos parece una telenovela mexicana. Y que los terroristas talibanes estén interpretados por latinos que hablan inglés. Y que la banda de sonido incluya a Wire y La Portuaria (¿?), sí encontré algunos rasgos a destacar de Carlos.

-¿De qué hablás, ds? Es una basura.

-Silencio: estoy inspirado.

Estamos en la época de Los Indignados. De jóvenes del primer mundo cansados de la mentira de sus gobiernos, de los medios de comunicación, de la injusticia en los contratos de trabajo, de ser siempre igual de mediocres. Pero ellos no quieren derrocar al Imperio, sino ser incluidos en él, y así comprarse una casa, un seguro de vida y una ampliación mamaria para su puta novia. No tienen los huevos suficientes para pegarle un tiro a Sarkozy, pero sí mucho ingenio para escribir carteles y generar trender topics en Twitter.

Les hace falta un líder, un guerrero, un demente con una granada. Y como no lo tienen, lo buscan en el cine. Entonces ha comenzado este revisionismo hacia la figura del terrorista. No la del árabe que vive entre cabras y metralletas. Sino del pibe burgués de ciudad en contra de la burguesía que es tan lindo y tan salvaje que las chichis mueren por entregarle su conchita mojada. Ya hicieron varias pelis sobre el Che: faltaba una de Carlos.

Como todo guerrillero, a Carlos no lo mueve la fuerza de sus ideales, sino el placer por la violencia y el respeto por las armas. Es un asesino frío y despiadado. Si hay que fusilar, fusila. Así son las reglas de la guerra.

Pero la guerra se acaba, y Carlos queda a mitad de camino. Un guerrillero sin guerra es como un diseñador de interiores en una crisis económica: nadie los necesita. Y mientras el mundo se encamina hacia un proceso de paz, Carlos empieza la guerra contra sí mismo, contra su espíritu belicoso, contra la necesidad de eliminar. Se vuelve obeso, codicioso, adicto a su cuerpo. Se acuesta con las mujeres de sus amigos. Se vende por viyuya. Y termina de la peor manera que puede terminar un guerrero: vivo, en prisión, siendo burlado por la historia y por un director de cine que hizo una película de mierda sobre tu vida.

La gloria es para aquellos que dejan todo, incluso su vida.

Indignado soy yo, que no tengo sexo hace dos meses.

ESTA PELÍCULA ES UN CUATRO

1 comentario:

Anónimo dijo...

La novela colombiana larga.
El Conde