martes, 2 de febrero de 2010

EL SOL DEL MEMBRILLO, DE VICTOR ERICE


Título: El Sol del Membrillo (1992)

Dirección: Víctor Erice

Origen: España

Intérpretes: Antonio López García, Marina Moreno, Enrique Gran

***


“La idea que sustenta este proyecto cinematográfico es muy sencilla. Consiste, sobre todo, en la captación de un acontecimiento real: la pintura y el dibujo de un árbol”. Las palabras son de Víctor Erice, director de El Sol del Membrillo.


Repito. El sol del membrillo se trata de un viejo que quiere pintar un árbol de membrillos, sin una historia de fondo, sin puntos de giro. Sólo el viejo y su cuadro. Curiosamente, dura dos horas y media.


La pregunta es: ¿por qué?


Últimamente tiendo a pensar que el arte no está justificado por su contenido, sino por su intención. Por ejemplo, la magia en Sister Ray de la Velvet no está en los 17 minutos de ruido, sino en que alguien creyó que valía la pena mostrárselo a los demás.


Aquí podría pasar lo mismo. El espectador, incómodo, puede preguntarse “¿a quién le importa lo que pinte un viejo? ¿Cuándo vienen las tetas?”


La película, sin embargo, es llevadera. Ver un hombre que siente tanta pasión por cómo el sol refleja sobre un membrillo es algo que no vemos muy seguido. Tiene honestidad, al menos más honestidad que cuando Renée Zellweger llora porque está gorda y nadie la quiere. El buen cine no quiere sentirse identificado con nadie.


La esencia de El Sol del Membrillo está en ese viejo: en la pasión que siente por su trabajo. La otra parte -que intenta reflejar las diferencias y semejanzas entre las dos artes (la pintura y el cine)- es la aburrida.


Cuando Borges hablaba del Ulises de Joyce solía decir que era un gran libro, pero imposible de leer. Víctor Erice logró lo mismo en el cine. Hizo una película revolucionaria, totalmente nueva y distinta, pero es tan así que el espectador ya no puede tolerarlo.


Pero yo sí, y por eso –y por El Espíritu de La Colmena, claro- lo considero un grande del séptimo arte.


Aunque se podría jugar con una comedia.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Perdona, pero creo que hemos visto una película diferente. Tú has visto la obsesión de un viejo por pintar un membrillo con auténtica pasión, y también, de paso, una lección de Víctor Erice sobre diferencias y semejanzas entre pintura y cine que te ha resultado aburrida.
Yo vi que la pasión de Antonio López, uno de los más grandísimos pintores de todos los tiempos, a quien me cuesta trabajo considerar un "viejo" obsesionado por su membrillo, equivalía en intensidad a la de Erice, confluyendo en el intento de ambos de atrapar el tiempo.
Me parece que, a pesar de que tú terminas por considerarla "tolerable", yo me lo he pasado bastante mejor que tú viendo esta película (considerada, por cierto, la mejor de la década de los 90 por votación de todas las Filmotecas del mundo).
Te recomiendo que mires también algunos otros cuadros del "viejo" Antonio López. A veces, cuanto más se sabe de una cosa, mejor se comprende.
Saludos.

Anónimo dijo...

yo le digo viejo a todo aquel que supere los 50 años. no va despectivo.


ds.